Capítulo 26: La ventana abierta


Pía nunca había vivido algo así. Betina nunca la había dejado concentrarse en nada que no fuera actuar o estafar. Siempre que un chico empezaba a parecerle lindo, no podía terminar de aprenderse su nombre que ya tenía algún ensayo. En los pocos momentos libres que encontraba, apenas comenzaba a soñar con alguien que ya ese sueño se veía interrumpido por los gritos de su hermana insultándola y culpándola por algún fracaso teatral del cual ella no era responsable.

Por primera vez en su vida había podido dejar volar sus sentimientos hacia alguien, porque esta vez enamorarse de Lucas era parte del plan. Bueno, no enamorarse de él, sino que él se enamore de ella… El hecho de que ese amor haya sido correspondido había sido un accidente. Pero Pía no podía hacer nada para contrarrestrarlo. Sus sentimientos eran muy fuertes, y lo peor de todo era que lo disfrutaba.
Cada vez que veía a Lucas se olvidaba completamente de que tenía que manipularlo para lograr su plan. Cada vez que él le hablaba sentía una puntada muy fuerte en el estómago que la hacía olvidarse incluso de la existencia de Laura, muchísimo más su plan de raptarla. Y ahora que Lucas la había besado frente a todos y la había anunciado oficialmente su novia, Pía no podía evitar explotar de felicidad.
—¡Pía, te busca tu mamá!
Un grito de Soledad la bajó de nuevo al mundo real: no había ido al hogar para estar con Lucas, había ido para dejar una ventana abierta y permitir un secuestro.
—No puedo ir —le dijo a Lucas, de repente.
—¿Por qué no? Ya sé que me vas a extrañar, amor, pero mañana temprano nos podemos ver de nuevo —respondió, acariciando su mentón—. Vamos, te acompaño hasta la puerta.
Bajaron a la sala principal y allí se encontraban Betina y Soledad.
—Hija, me dijiste que venías a hablar un rato con Lucas y no volviste más, ya me estaba preocupando.
—Me entretuve hablando con los chicos. Estábamos en el medio de algo. ¿Por qué no volvés a casa? Yo en un ratito voy a estar allá. —Pía tomó fuerte la mano de Lucas.
—¿Ya terminaste lo que venías a hacer? ¿Ya pudieron charlar? —preguntó Betina, y tanto ella como su hermana sabían que por “charlar” se refería a “dejar la ventana abierta para poder secuestrar a Laura”.
Pía tragó saliva. No quería volver a su casa. No quería irse para siempre y no ver jamás a Lucas.
Le susurró a Lucas “seguime la corriente” y dijo—: Todavía no, necesito un rato más. Lucas justo parecía que estaba empezando a acordarse de mí. De verdad pienso que si me quedo unos quince minutos más, podemos lograr algo.
—¡Lucas! ¿Eso es verdad? ¡Me alegra tanto que estés progresando! —exclamó Soledad, y lo abrazó.
—Sí, necesito que Pía se quede un poco más —mintió. No se sentía bien ocultándole algo a Soledad, pero si su novia insistía tanto era porque algo realmente importante estaba sucediendo, y su naturaleza protectora le impedía no ayudarla.
—¿Ves? Andá, mamá. Yo en un rato voy, no te hagas problema. Te prometo que no va a ser mucho tiempo —insistió Pía.
—Bueno, ciertamente no te voy a dejar sola a esta hora de la noche, hija, ya sabés cómo me pongo. Si no hay ningún problema, me gustaría esperar acá con vos y regresar juntas.
—No hay problema —dijo Soledad—. ¿Querés pasar a mi despacho a tomar un café mientras dejamos que ellos terminen lo suyo?
—¡Qué buena idea! —intervino Betina—. Vamos, pero, Pía: no tardes mucho, no hay nada peor que un invitado que se queda demasiado tiempo.
Pía asintió y llevó rápidamente a Lucas de la mano escaleras arriba. Iban a volver al cuarto, pero se detuvo en el pasillo, con la mirada perdida.
—¿Qué te pasa? —preguntó Lucas, pero ella no estaba escuchando.
Sostenía la mano del chico que hacía que su corazón latiera a mil cada vez que lo veía. Soñaba todas las noches con él. Hasta sentía que le dolía el pecho cada vez que escuchaba su nombre. Esta no podía ser la última vez que iba a verlo. No. No podía dejar que eso pase.
Pero, ¿qué podía hacer? Se le ocurrió que quizás podría fingir que había olvidado dejar la ventana abierta, o decir que otro de los chicos la había descubierto y la había cerrado, pero su hermana la conocía muy bien y ya estaba sospechando sobre sus sentimientos por Lucas: jamás le creería que cumplió su parte del plan, a no ser que efectivamente la ventana quede abierta.
—Pía. ¡Pía! ¿Estás bien, amor? —preguntó de nuevo Lucas.
“Amor”.
Nunca en su vida a Pía alguien la había llamado así antes. No podía dejar pasar esto. Solo había una única solución: decir la verdad.
—No, no estoy muy bien. Tengo que hablar con un adulto ya mismo. Está pasando algo muy grave.
—Bueno, vamos con Soledad.
—¡No! —exclamó Pía—. Soledad no, está con Betina. Vamos con Álvaro.


Unos minutos más tarde, en el cuarto de Álvaro, Pía acababa de confesar toda la verdad. Lucas no recordaba nada, así que creyó todo enseguida, pero Álvaro era otra historia. A pesar de ser el adulto responsable, no podía evitar creer que esto se trataba de un invento.
—¿Betina una secuestradora trabajando para Pedro y Juan Ignacio? ¿Por qué querrían secuestrar a una nena que ni siquiera tiene padres? —preguntaba Álvaro, escéptico.
—Es complicado de explicar, pero es así. ¿Cómo sabría sobre Pedro y Juan Ignacio si no? De verdad, mi hermana es muy mala, tenés que llamar a la policía para que la metan presa —insistía Pía.
—¿Hermana?
—Sí, Betina no es mi mamá. Eso es una mentira que me hizo decir para que parezcamos una familia normal. En realidad es mi hermana mayor, y no es tía de Laura ni nada. Todas las pruebas de eso fueron falsificadas.
—Mirá, yo entiendo que estás entrando en la adolescencia y por ahí discutiste con tu mamá, pero ya decir todo esto me parece demasiado…
—¡No estoy mintiendo, estoy diciendo la verdad! —Pía se tomó la cabeza de la frustración. Unas lágrimas empezaban a asomarse sobre sus ojos. ¡Con lo difícil que era para ella animarse a confesar, y encima Álvaro no le creía!
En ese momento alguien ingresó por la puerta: Josefina y su muñeca.
—¿Qué pasa, Jose? No es un muy buen momento —dijo Álvaro.
—Sí es. Escuché desde el pasillo sin querer, perdón. Pía tiene razón, Betina es una mujer muy mala.
—¿Por qué decís eso? —Álvaro comenzó a poner atención.
—Me robó y rompió mi muñeca, me gritó, me insultó, me dijo que si no hacía lo que decía iba a lastimar a Josefita…
Josefina y Pía no eran amigas. A Álvaro no se le ocurría ningún motivo por el cual ambas podrían haber llegado a un acuerdo. Betina tenía lo suyo, pero eso y ser una mentirosa estafadora y secuestradora eran dos cosas diferentes. Sin embargo, la mirada de Josefina parecía realmente asustada. Y no era como si hubiese tenido una pesadilla. Realmente podía verse el terror en sus ojos. Algo definitivamente no andaba bien…


Para Betina era muy molesto tener que esperar a Pía tomando café y conversando con Soledad. Esa mujer no le agradaba para nada, y ya había pasado bastante tiempo. Estaba planeando mentalmente el castigo que su hermana iba a recibir por haberla sometido a una situación tan desagradable cuando Álvaro se asomó por la puerta del despacho.
—Soledad, te necesito un momento. ¿Podés venir?
—¿Ahora? Estoy con Betina, no quisiera dejarla sola.
—Es solo un minuto.
Lo que más quería en ese momento Betina era estar sin Soledad.
—¡No hay ningún problema! Andá, yo te espero y seguimos conversando —dijo la invitada, forzando una sonrisa.
Una vez que estuvo sola, tomó su celular y empezó a enviarle mensajes a Pía pidiéndole que se apure o iba a ser golpeada al llegar a su casa.
No sabía exactamente cuánto tiempo había pasado hasta que escuchó unas sirenas de policía. “¿Habrán asaltado alguna del barrio?” pensó.
Muy grande fue su sorpresa cuando, un minuto más tarde, un oficial de policía ingresaba al despacho.
—¿Usted es Betina? —dijo el hombre.
—Sí, oficial. ¿Por qué? ¿Pasó algo? No me asuste —preguntó ella, aunque sabía perfectamente la respuesta.
—Queda detenida por intento de secuestro y falsificación de identidad. Va a tener que acompañarme.

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"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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