Capítulo 18: Josefita y los túneles


Josefina y Laura se conocían hace muy poco tiempo, pero rápidamente se volvieron amigas. Si bien sabía que nunca iba a poder ser tan importante para ella como lo era Mentiritas, a ambas les gustaba pasar tiempo juntas de vez en cuando, y es por eso que últimamente Laura la estaba invitando a visitarla a ella sola a veces, y no siempre acompañada del resto de los chicos de Rincón de Luz.
Esa tarde, cuando Josefina ya se había despedido y Pía la estaba acompañando al hogar (ya que todavía era muy chica para andar sola por la calle, aunque solo sean unos pocos metros de distancia los que separan la casa de las vecinas del hogar), Josefina se dio cuenta de que algo en la mirada de Pía se veía diferente.
—¿No te parece que te falta algo? —le dijo, con una voz que Josefina nunca le había oído utilizar antes.
La niña pensó de qué estaba hablando, pero no comprendió.
—Tu amiga…
“¿Laura?” pensó, pero luego se dio cuenta de lo que estaba hablando en realidad:
—¡Mi muñeca! ¿Qué le hiciste a Josefita?

Pía tocó el timbre del hogar con muchísima calma, anunció que estaba afuera con Josefina, y luego continuó:
—Yo nada, pero mi mamá se enteró de que estuviste hablando mal de ella, así que la dejó en un lugar donde no la vas a encontrar nunca.
—¿Qué lugar? ¡Decime, por favor!
—Para que veas que no heredé su maldad, te voy a contar: puso tu juguete en los túneles esos, pero son gigantes y nunca podrías ir ahí sin perderte, así que olvidate de recuperarla algún día. Igualmente sé que la muñeca está bien, así que a no ser que quieras verla sufrir, te aconsejo no hablar más mal de mi mamá o de mí con nadie en el hogar.
—¿Y vos cómo sabés lo de los túneles?
—Betina y yo nos contamos todo.
—¿Por qué le decís “Betina” a tu mamá?
En ese momento Malena abrió la puerta delantera y se acercó caminando, así que Pía ignoró la pregunta.
—Hola, Jose. Listo, ya la trajiste, te podés ir —le ordenó a Pía.
—No es necesario que seas tan maleducada. Chau, que tengas buenas tardes —respondió esta, y regresó a su casa.
Lucas llegó entonces corriendo desde la puerta delantera y se detuvo junto a ambas.
—Si querías hablar con Pía tendrías que haber sido más rápido, ya se fue —dijo Malena con sarcasmo.
—No, quería hablar con vos —la corrigió Lucas—. Es la primera vez que no estás con Estrella y Lucía. Jose, ¿nos podrías dejar solos?
Sin mediar palabra alguna, Josefina corrió puertas adentro.
—No tengo nada para decirte.
—Pero yo a vos sí, escuchame un minuto solamente.
Malena soltó un suspiro de frustración.
—¿Qué querés? Dale, que no tengo todo el día.
—Lo que viste de Pía no es lo que parece, las imágenes engañan. En realidad no estaba pasando lo que vos pensás.
—Ah, ¿no? ¿Le estabas dando respiración de boca a boca, pero parados? —dijo ella, haciendo contacto visual por primera vez.
—Ella me besó a mí porque entendió todo mal, pero yo no le devolví el beso. Al contrario, apenas pude la frené. ¡No seas tan terca!
—¿Ahora soy yo la terca? ¿Sabés qué, Lucas? No me interesa escucharte más. Por tu culpa no solo me hiciste mal a mí sino también a tu hermana, la pobre me quería abrir los ojos y vos la hiciste quedar como una mentirosa. Vas a tener que empezar a medir lo que hacés y dejar de querer echarle la culpa a los demás. Y no vuelvas a hablarme, gracias.

Varias horas más tarde, cuando ya era de noche, Josefina estaba deambulando por los túneles junto con Jaudín, Mateo, Mentiritas, y Úrsula.
—¿Estás segura de que tu muñeca está por acá? Yo no la veo por ningún lado —dijo Mentiritas.
—¡Segurísima! Pía me lo dijo.
—¡Pero ya estuvimos un montón de tiempo buscando y no aparece! —se quejó Mateo—. ¿Cómo sabés que Pía no te mintió?
Úrsula avanzó varios pasos al frente, adelantándose al resto. —A mí me interesa más saber por qué tu muñeca está acá y cómo sabía Pía de este lugar, se supone que es secreto.
—¡Ahí está! —exclamó Josefina, y corrió hacia un costado. El resto de los chicos la siguió.
La muñeca Josefita estaba sana salva, excepto por un detalle: tenía la cabeza arrancada, ubicada a un costado. En su frente había una nota pegada: “La próxima vez la prendo fuego”.
—¿Quién hizo esto? ¿Pía le sacó la cabeza?
El resto de los chicos no paraba de hacerle preguntas a Josefina, quien, lejos de responder, se limitaba a mirar a su muñeca con horror.
—Creo que ya sé lo que pasa. Esto lo hizo Betina, ¿verdad? —dijo Mentiritas.
—¿Saben guardar un secreto? —susurró Josefina. Sus amigos se sentaron a su lado, asintiendo en silencio. —Yo descubrí a Betina metiéndose acá hace mucho tiempo, y desde ese día me estuvo amenazando. No quiere que diga nada, por eso hace todo esto. 
Mateo y Úrsula no podían creer lo que escuchaban, pero Mentiritas no estaba para nada sorprendido: —¡Yo sabía que esa mujer andaba en algo raro!
—¡Qué bruja horrible! —dijo Mateo.
—Por favor, no tienen que decir nada —lo interrumpió Josefina—. Si se entera que les conté, va a prender fuego a Josefita. Ni siquiera le digan nada a Sole… ¡Tienen que prometerlo!

—No te preocupes, Jose. Nosotros no vamos a decir nada, pero esto no va a quedar así —respondió Mentiritas—. Yo sabía que esa mujer era mala, y seguro que quiere lastimar a Laura también. Es una víbora venenosa, pero nosotros la vamos a detener.

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¿Qué es "Buscá la luz"?


"Buscá la luz" es una historia llena de magia, amistad, amor, y solidaridad.

En ella tanto adultos como chicos aprenden a lidiar juntos con los problemas diarios y terminan por entender que el secreto para una mejor vida se esconde en el niño que cada uno de ellos lleva dentro.

Basada en la exitosa telenovela "Rincón de Luz", una idea original de Cris Morena.

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